“Ulf el gallego». Un análisis de la competencia vikinga desde la teoría del liderazgo

En una entrada anterior se hizo
mención a algunas características que debía reunir el personal directivo en su
necesaria faceta también de líder (recordemos: directiv@ gestor + directiv@ líder).
En esta nueva entrada, se estudiarán dichas
características de liderazgo en personajes históricos, un ejercicio muy
habitual en la materia, en el que la historia y la teoría del liderazgo se dan
la mano para intentar estimular la curiosidad del alumnado.
No voy a esconder que, en lugar
de utilizar a Alejandro Magno, Juana de Arco o Emiliano Zapata, me he decantado
por utilizar a mis queridos Vikingos que tanto rapiñaron por Galicia, buscando
sobre todo los tesoros de la sede catedralicia de Santiago. El título a esta entrada lo pone, de hecho, el descubrimiento hace tan solo un par de años en Dinamarca de la que se considera la tumba vikinga -con espada y aparejos de un caballo incluídos- de «Ulf  el gallego» un rey escandinavo que le cogió gusto a Galicia y se estableció por aquí unos cuantos años… 
¿Pero podemos estudiar las cualidades del modelo de liderazgo vikingo con las categorías actuales? En función de las características vistas en la entrada anterior podríamos señalar:

  • Compromiso y
    fuertes convicciones con la visión proyectada.
    Venir en los «drakkars»      vikingos desde las tierras de Escandinavia indica una fuerte capacidad
    para articular una visión. Cualquiera que navegue se sorprenderá si puede
    ver lo endebles que parecen los barcos vikingos para venir desde tan lejos
    (se pueden ver réplicas incluso en la ría de Arousa en Catoira). Hacía
    falta algo más que Odín o la promesa del Varhalla (el equivalente al cielo cristiano) para atravesar esos
    mares. Además, hay bastantes muestras de que la participación en esas
    “razzias” era cercana a ser voluntaria, por lo que los esfuerzos para
    proyectar una visión sobre los tesoros que esperaban en ultramar y las
    nuevas tierras y sus sabrosos alimentos, tenían que conseguir que la
    aventura mereciera la pena.
  • Persuasión y
    capacidad de negociación.
    No nos engañemos, no eran ángeles. Pero lo
    cierto es que la historia nos ha dejado bien documentados procesos
    intensos de negociación con reyes ingleses, francos, o mismo con Arzobispos
    aquí en España. Desde luego tuvieron capacidad para negociar e incluso
    asumir o permitir costumbres y dioses ajenos a Odín. No se puede obviar
    que serían negociaciones duras, en las que la amenaza de arrasar la
    población con la furia vikinga sería el principal elemento de negociación,
    pero demostraron claramente una importante capacidad para negociar, o al menos mucho más que otros
    pueblos invasores a lo largo de la historia.
  • Visión. Vestigios
    históricos atestiguan la capacidad de proyectar una visión idílica sobre
    las nuevas tierras a conquistar. Escandinavia era muy dura, y la
    proyección de tierras fértiles con abundancia de alimento todo el año
    encandiló a estos granjeros convertidos a guerreros. Desde luego que el oro, las pieles y la
    suntuosidad europea también claro, pero esa proyección de la visión se
    realizó muy bien, a lo que ayudo la tradición oral vikinga muy aficionada
    a los relatos, historias y leyendas míticas. Unida a esta capacidad
    estaría la de motivar e inspirar a los suyos para subirse a un barco y
    arriesgarse a morir atravesado por una flecha, ahogado o quemado vivo; dejando atrás además una vida
    dura pero de granjeros y agricultores.
  • Mantenimiento
    de un buen clima laboral.
    Esto suena muy anacrónico (a ver como salgo
    de esta)… pero no invento nada, y ahí están los documentos y libros de
    historia, si digo que el reparto del botín era bastante equitativo, como hicieron luego los piratas del siglo XVII, o los pescadores gallegos del XVIII. En palabras actuales de management: el cumplimiento de objetivos redundaba en beneficio de todos. Esto mismo, ojo, no ocurría con los ejércitos
    ingleses o españoles que se defendían de los vikingos, donde el sueldo o “soldada” era independiente de los éxitos militares; unas retribuciones «tabula rasa» que siguen vigentes sin ir más lejos en el sector público actual.
  • Comunicación
    efectiva y asertividad
    . Otra etiqueta anacrónica y difícil de
    explicar, pero sin embargo, es cierto que casi todos los reyes vikingos
    (no como nuestros reyes en Europa) habían salido de agricultores
    y granjeros, por lo que los discursos que han trascendido en la historia
    al respecto demuestran una alta sensibilidad de los líderes vikingos por
    mejorar unas penurias de sus paisanos granjeros que conocían de primera mano. Piel, aservividad, y coherencia vital.
  • Soportar umbrales altos y continuos de
    stress.
    Es la guerra. Las formas distintas de morir, o peor aún que te
    obligaran a bautizarte y renegar a Odín, eran comunes a guerreros o reyes.
    Los reyes vikingos eran diferentes a los europeos, no tenían donde
    esconderse, sus barcos eran iguales en toda la flota, sus armas las mismas
    y no tenían una guardia o escolta real ni nada que se le pareciera. Añadido a la
    posibilidad de morir estaba la posibilidad de perderse en el mar y que la
    tropa se amotinara o que los tesoros prometidos no estuvieran donde se
    esperaba.
  • Madurez
    emocional.
    No vamos a forzar el análisis, pero sí es cierto que los
    reyes vikingos no tenían la infancia acomodada de los reyes europeos; pasaban
    penurias y peleaban en primera línea. El vivir entre «algodones reales» no
    estaba bien visto en la cultura vikinga, y el dar ejemplo peleando en
    primera línea con la promesa del Varhalla si se fallecía era un valor principal. Ejemplaridad y coherencia. 
  • Autoconfianza
    pero capacidad para escuchar y para
    ser contradecido.
    Es difícil valorar esta disposición. En todo caso
    sabemos, que sin ser sociedades democráticas, las decisiones sobre salir a
    atacar otras tierras pasaban por un cierto escrutinio y opinión de los
    habitantes de cada pueblo. Además, a medida que fueron más temidos, cada
    reino vikingo tuvo que intentar sumar alianzas con otros reinos, lo cual
    es un contexto de escucha casi obligada que afinaría esta capacidad. A la fuerza ahorcan.
Decíamos, en la entrada anterior
del blog, que estas competencias serían necesariamente compatibles, con
aquellas otras relacionadas con las capacidades cognitivas así como con habilidades
o destrezas. En esta línea destacábamos que la combinación en los equipos, de
los ámbitos técnicos y del liderazgo y la comunicación ha de ser la combinación
idónea. Pues bien, en este sentido, el desarrollo de la ingeniería naval del
momento fue toda una revolución que los vikingos supieron combinar con la
fuerza y la guerra. Los barcos vikingos o “drakkars” siguen asombrando aún hoy
en día por su versatilidad, resistencia y maiobrabilidad. Suficientes para
grandes travesías y como espadas para entrar del mar a los ríos y rías para
cobrarse su botín. Liderazgo y técnica se ofrecen como claves explicativas del
éxito vikingo, una combinación que nos sigue pareciendo de lo más interesante
hoy en día.

Reiterar tan solo el concepto de «visión» en su
concepción del liderazgo. Un líder que convence a sus seguidores de subir los
barcos por el monte, saltarse el retén defensivo del enemigo y botarlos
nuevamente atacando por el río al corazón mismo de la ciudad, explica por sí solo el
concepto de visión. Quizás su orientación vitalista explica esta facilidad para
emprender las más arriesgadas aventuras, porque como reza el dicho vikingo: lo
mejor de la vida es la vida misma
.